El martes pasado, durante la mañana, entré a una librería en Santiago a preguntar por un libro que un amigo me había recomendado, y además aproveché de preguntar por uno de sus libros, el de mi amigo. El librero, flaco y con parsimonia, me dice que este autor había fallecido hace poco, perdón, dije, Pierre Jacomet no ha muerto, yo estuve con él no hace mucho. Si, dice él, aquí está la noticia en internet. No podía ser, no podía creerlo. Salí impactado con la noticia, si pareciera que fue hace tan poco que había estado con Pierre. Caminé por las calles de Santiago tratando de recordar las palabras, la última conversación con Jacomet. 41 días habían pasado. 41 días que me decían que tenía que llamarlo, concretar los planes que habíamos hecho, seguir conversando. Contarte de los libros que había leído, que había vivido. Escucharte, disfrutar de ese conocimiento que compartías con generosidad, enseñando, invitándote a tirarte al rio de las letras, de los libros. Escucharte y pensar como puedo leer todo lo que tú leíste. Traté de recordar la última conversación que tuvimos en el programa y no me quedó más que agradecerte.
A lo largo de la vida, uno conoce a muchas personas, a mucha gente. Entabla amistad, relaciones de distinto tipo, las que podemos clasificar, poner en una lista larga. En esa lista estarán aquellos hombres que a uno lo marcan, positivamente. Aquellos hombres que por mil razones han llegado a ser como son. Pierre Jacomet es uno de aquellos hombres que a través de la palabra, de la conversación podía marcar, quedar en la memoria del otro. En mi memoria.
El 28 de agosto fallece en Viña del Mar, un amigo, Pierre Jacomet.